Erais uña y carne de pequeños, no os separabais nunca, ahora simplemente os contentáis con saludaros, pero no entabláis conversación, ninguno quiere decir la primera palabra y si no habláis tampoco pasa nada, porque os habéis saludado. Me encantaría poder empezar la conversación pero no puedo, es más fácil no hacerlo y no quiero quedarme con la palabra en la boca.
Sin embargo está esa chica, la que llevas sin ver casi 3 años, que fue toda la vida a la misma clase que tú en el colegio, y un día, por casualidad, te la encuentras en la universidad, y ella se para a hablar contigo. Sigue tan simpática como siempre, pero no soy capaz de preguntarla muchas cosas, me puede la vergüenza así que prácticamente me limito a contestar. Me encantó encontrarme con ella, y poder hablar, aunque fuera muy poco, debo decir que aun queda gente muy maja por el mundo.
Y me he quedado con las ganas de decirla algo a la chica de la sudadera de la universidad de Kent que no paraba de mirarme en el metro. Voy a tener que hacer algo con la timidez.
jueves, noviembre 22, 2007
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